El
mito de la austeridad
El mito es una cosa muy seria que acompaña a la historia de la humanidad, a
todas sus culturas. En principio significa la versión poética de la parte
irracional o no lógica que contienen las historias y las creencias. Puede que,
en su origen, los mitos fueran el equivalente de las narraciones anteriores a
la escritura. Pero en el tiempo histórico subsisten y se perfeccionan
precisamente porque se escriben y se transmiten mejor.
Los mitos actuales son formas irracionales y sentimentales de legitimar el poder a través del encantamiento que producen ciertas palabras,
símbolos, personajes. Estos nuevos mitos responden a un momento histórico de
agotamiento de la gran ciencia, cansancio de la razón, saturación del orden. A
través de los mitos se establece una consoladora conexión entre el hombre
actual y el primitivo. Resulta que la magia no es exclusiva de una situación de
oscuridad, sino que reaparece de otra forma en los tiempos actuales, cargados
de tecnología, abrumados por la macroeconomía.
Los mitos se expresan a través de imágenes reales o léxicas, de
metáforas y juegos de palabras. En un tiempo antiguo podían ser fábulas y
narraciones fantásticas. En el nuestro son eslóganes, metáforas y letanías
(mantras). En uno y otro caso se apela a las emociones,
las pasiones, los sentimientos.
Uno
de los mitos más potentes de nuestro tiempo político es el de la austeridad. En
principio fue una virtud privada. Es la distinguida a un honrado padre
(o madre) de familia a la hora de administrar su patrimonio y ordenar su
matrimonio. Antes de eso, la calidad de austero para los clásicos se relacionaba con
la rectitud moral, el espíritu de sacrificio, el rigor en las costumbres. Se
podría pensar que en una sociedad tradicional la política de austeridad era una
racionalización de la escasez.
De repente, todo cambió. Al llegar el siglo XXI. La
austeridad individual deja de interesar. Se aprecia su contrario: el
regalo del cuerpo, la comodidad, el placer. Se volatiliza la moral de trabajo,
el esfuerzo, la vocación. Esa transmutación de valores ha sido la causa
fundamental de la crisis económica que se desató en 2007. No es fácil que la
remontemos porque la austeridad ya no es una virtud privada.
Lo más grave es que la austeridad se ha convertido en un
vicio público. Con
crisis o sin ella, el gasto público no hace más que crecer. Todo se espera de
la munificencia del Estado. El ideal ciudadano consiste en pagar la menor
cantidad posible de impuestos y recibir la mayor cantidad posible de ayudas,
becas o subvenciones del Estado. En el caso de Grecia, hemos visto que esa
aporía ha llegado a su término de caricatura. Pero en España podemos aproximarnos a la Hélade actual como
la mariposa a la llama de la vela.
La austeridad pública recibe el infamante nombre de recortes, la bicha de todos los partidos políticos,
incluso de los autodenominados "de centro", pues de derechas no
parece haber ninguno. Algún insensato propuso el horrísono neologismo de austericidio para maldecir la política de ahorrar
gasto público. Naturalmente, ¿quién no va a estar de acuerdo con la
"muerte por austericidio"?
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Hay que apoyar el ‘austericidio’ = Matar el austericidio = apoyar el despilfarro ...
NO: AUSTERIDAD SÍ !!! : DESPILFARRO, ROBO Y SAQUEO DE LO PUBLICO: NO

No hay que matar la "austeridad" ... Lo que hay que matar es el robo, saqueo y despilfarro de nuestros impresentables y corruptos políticos ... La corrupción asola el Reino de España

De un
tiempo a esta parte se viene escuchando, cada día con más frecuencia, en
intervenciones de dirigentes políticos —tanto de derecha como de izquierda— la
expresión “tenemos que parar elaustericidio”,en
el sentido de que es preciso acabar con la austeridad que en Europa está
exigiendo la troika (FMI, BCE, UE).
Pues
bien, nuestros próceres políticos se equivocan de medio a medio al utilizar
esta expresión pensando que con ella atacan las políticas de austeridad. “Parar
el austericidio” es parar la muerte de la austeridad.
Lo que ellos pretenden decir es justamente lo contrario de lo que, en realidad,
dicen: matar, acabar con la austeridad. Por eso, sería más correcto que
dijeran: “Tenemos que apoyar elaustericidio”, es decir, matar, acabar con la
austeridad.
El
término austericidio no está recogido en el Diccionario
de la Real Academia Española (DRAE),
pero es muy probable que en próximas ediciones nuestros ilustres académicos lo
tengan que incluir. En todo caso, tiene sentido su utilización, si se utiliza
bien, claro.
La
palabra austericidio está bien formada: es el resultado de
la unión de “austeridad” y “occido”. El verbo latino occido (occidis,
occidere, occidi, occisum) significa
matar, es decir, austericidio significa exactamente “matar la
austeridad”. Lo mismo que homicidio significa matar a una persona, uxoricidio
(matar a la esposa), infanticidio (matar a un niño), parricidio (matar al padre
o a la madre), magnicidio (matar a una persona muy importante), regicidio
(matar a un rey o a una reina) o genocidio (exterminar a un grupo humano por
razón de raza, religión, política, nacionalidad…). Así pues, no debemos “parar
el austericidio”, sino que, por el contrario, hemos de
apoyarlo decididamente para, de una vez por todas, acabar con (matar) la
austeridad.— Manuel Silva García.
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Austeridad, inversión y despilfarro |
Publicado por Alejandro Mon