A Rudyard
Kipling le sucede quese entendía mejor con la vida si entre medias había un
libro. Fue un autor exótico sin aceptar como conducta el exotismo. Un tipo tocado
por la necesidad de escribir para fijarse mejor en el mundo.
Las palabras fueron su toma de tierra.
Y decidió vivir a pleno sol en la escritura, contando historias en cuatro
novelas, en más de 800 poemas, en numerosos relatos, cientos de cartas y en
unasmemorias póstumas (publicadas en España por Pre-Textos como Algo de mí
mismo).
Más allá del autor de El libro de la selva, Kim y Capitanes intrépidos, más allá
de esa literatura de la fantasía, más allá de la fama y el dinero, hay un
hombre con el alero dañado. Un tipo que a los cinco años sufrió el maltrato de
una cuidadora: «Recibía
una paliza cada día... Empecé a leer todo lo que caía en mis manos, pero cuando
supo que eso me gustaba a los demás castigos sumó la privación de la lectura.
Fue entonces cuando empecé a leer a
escondidas y a conciencia... », escribe en sus memorias.
Ese fue el origen de todo: la deficiencia
de vivir cuando este ejercicio se parece demasiado al daño. Así levantó en su
casa un primer perímetro de alegría, con los libros en la mano. Ahora se cumplen
150 años del nacimiento de Kipling y hay algo en él de casi olvidado, de casi
icónico y mucho de desconocido. Tiene un ramalazo de galgo aristocrático y
controvertido. Pero siempre tuvo el estímulo de los lectores de medio mundo.
La Biblioteca Nacional le dedica una breve
exposición bibliográfica que demuestra el interés que desde los años 40 ha
despertado su obra también en España.
Kipling echó el primer vagido en
Bombay, en 1865. Hijo de un funcionario británico de propensión flemática
destinado en el Indian Education
Department como profesor de dibujo, cerámica y escultura. Eran los días febriles
del colonialismo inglés en la India.
Y en ese ambiente de doble velocidad
que imprime la aventura colonial creció el escritor, criado con mimo de pura sangre
al que bañaran en leche.
«La democracia es
un rebaño en movimiento»... «El socialismo es un
sistema por el que un Estado estimula a los vagos a vivir sin trabajar»...
De aquellos años de imperio le quedó un
rastro algo desapacible que George Orwell denunciaba con ánimo urticante: «Profeta del imperialismo». Y aquellos dardos
han pesado sobre su legado hasta dejar en penumbra una leyenda y una
literatura. Sin embargo, sucede con Kipling
algo raro.
Uno de sus poemas, titulado Si... fue
escogido por los lectores británicos como el favorito, como el más popular: «Si puedes mantener la
cabeza en su sitio/ cuando …
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Publicado por Alejandro Mon