España alquilaba su embajada en Kabul a un 'señor de la guerra'
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Embajada de España en Kabul (Afganistán) |
El Gobierno pagó una media de 100.000 euros al año de alquiler a
un señor de la guerra afgano, Gul
Haidar, por una
mansión donde ubicó la embajada española enKabul desde
2006 hasta el ataque
que sufrió el pasado 11 de diciembre.
Así lo ha confirmado a EL MUNDO el propio Gul Haidar, que
asegura que cobraba 10.000 dólares mensuales de arrendamiento (unos 8.500
euros) y lamenta que la legación diplomática no le haya abonado ninguna
indemnización por los daños en la casa tras el atentado en el que fallecieron
12 personas, entre ellas dos policías españoles.
Los efectivos de Gul
Haidar contribuyeron
a la destrucción de Kabul entre
1992 y 1996. Durante esos años, las facciones muyahidines lucharon por hacerse
con el control de la capital y provocaron la muerte de miles de civiles
indefensos, atrapados en combates indiscriminados.
El centro de estudios Afghanistan
Justice Project publicó
un informe -Casting shadow. War crimes and crimes against
humanity: 1978-2001 (Arrojando sombras. Crímenes de guerra y crímenes contra la
humanidad: 1978-2001)- que detalla algunos de los abusos cometidos
por las fuerzas muyahidines durante esa época. Sobre el comandante Haidar, el
estudio especifica que disponía de «cohetes y artillería móvil», y que sus
hombres se situaban «en los puestos de vigilancia que había en lo alto de la
denominada montaña de la televisión» que divide Kabul en dos. Desde allí se
dirigieron parte de las operaciones para bombardear Kabul.
Gul Haidar es ahora un rico líder militar. «Me he gastado 60.000 dólares [unos 53.000 euros] para dejar la casa como estaba inicialmente», se queja en referencia a lo que fue la embajada española, mientras recibe a esta periodista en las oficinas que dispone en la gasolinera del barrio de Shar-e-now, en Kabul. La estación de servicio es de su propiedad y también le proporciona suculentos beneficios económicos.
Es una de las más concurridas de la capital.«Me alegra que me pregunte por esa casa, porque hemos tenido que trabajar durante tres meses para arreglarla», afirma mientras come nueces. La mansión no tiene ahora ni un rasguño. A simple vista, parece que no haya sufrido ataque alguno. Pero, según Gul Haidar, los mayores daños en la vivienda no los causó el atentado, sino las obras que los españoles realizaron en la mansión para mejorar su seguridad.
La embajada se encontraba fuera de la denominada zona verde, el área de seguridad de la capital afgana, donde está prohibida la circulación de vehículos y cuyos accesos están controlados por agentes de policía. De hecho, la sede diplomática se localizaba en una de las calles más transitadas de Kabul -donde cada día se forman largas colas de vehículos a la hora de la salida del trabajo- y a pocos metros de la calzada. Para reducir riesgos, la embajada tapió todas las ventanas de la casa dejando las estancias sin luz natural.
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Emilio Pérez de Ágreda y Sáez |
Gul Haidar es ahora un rico líder militar. «Me he gastado 60.000 dólares [unos 53.000 euros] para dejar la casa como estaba inicialmente», se queja en referencia a lo que fue la embajada española, mientras recibe a esta periodista en las oficinas que dispone en la gasolinera del barrio de Shar-e-now, en Kabul. La estación de servicio es de su propiedad y también le proporciona suculentos beneficios económicos.
Es una de las más concurridas de la capital.«Me alegra que me pregunte por esa casa, porque hemos tenido que trabajar durante tres meses para arreglarla», afirma mientras come nueces. La mansión no tiene ahora ni un rasguño. A simple vista, parece que no haya sufrido ataque alguno. Pero, según Gul Haidar, los mayores daños en la vivienda no los causó el atentado, sino las obras que los españoles realizaron en la mansión para mejorar su seguridad.
La embajada se encontraba fuera de la denominada zona verde, el área de seguridad de la capital afgana, donde está prohibida la circulación de vehículos y cuyos accesos están controlados por agentes de policía. De hecho, la sede diplomática se localizaba en una de las calles más transitadas de Kabul -donde cada día se forman largas colas de vehículos a la hora de la salida del trabajo- y a pocos metros de la calzada. Para reducir riesgos, la embajada tapió todas las ventanas de la casa dejando las estancias sin luz natural.
«Hemos necesitado más de 100 camiones para sacar todos esos
ladrillos», declara Gul Haidar, que reconoce que los españoles le solicitaron
permiso para realizar esas reformas, pero asegura que se comprometieron a dejar
la casa tal y como estaba inicialmente cuando marcharan, algo que no ocurrió
tras el ataque. …
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Publicado por Alejandro Mon